El ambientalista, Número 8

Forjar un vínculo entre el cuidado de la salud y la infraestructura

Se trata de un paso fundamental si hemos de controlar el costo del cuidado de la salud, pero no será posible si la tarea no se concentra en mejorar la infraestructura.

Por Linda P. Fried

Decana y Profesora DeLamar de Salud Pública, Facultad Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia

17 de mayo de 2017, NY Times

 

Estados Unidos se enfrenta a dos inmensas dificultades en el ámbito nacional que se ven separadas pero que deberían considerarse interrelacionadas: el costo del cuidado de la salud y la necesidad de mejorar la infraestructura. Establecer esa conexión le permitiría al país ahorrar dinero y disfrutar de una vida más saludable, así como a la vez aumentar la sustentabilidad de ambos sistemas.

 

Los costos son extraordinarios. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el gasto (público y privado) de los Estados Unidos en el cuidado de la salud alcanzó un total de US$2,9 billones en 2014.  Según la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles (ASCE, por su sigla en inglés) el costo de las reparaciones de infraestructura todavía pendientes llega a los US$4,6 billones.

 

Sin embargo, podemos prever aumentos aun más drásticos en el costo del cuidado de la salud si la epidemia de obesidad y enfermedades crónicas mantiene su tendencia ascendente. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), aproximadamente la mitad de los estadounidenses adultos padece una o más enfermedades crónicas. Basándose en las tendencias actuales, el Instituto Milken proyecta que, para el año 2023, los casos de enfermedades crónicas aumentarán en un 42 por ciento, a 230 millones, y representarán un costo de US$4,2 billones en concepto de tratamientos y pérdida de producción económica.

 

A la vez, nuestro sistema de infraestructura se encontrará bajo cada vez más presión a medida que aumente nuestra población. El Censo proyecta que los Estados Unidos tendrá un crecimiento demográfico de casi 100 millones de personas entre 2014 y 2060.

 

Todo lo anterior exige un nuevo enfoque, uno que provea fondos dirigidos a mejorar la infraestructura a fin de fortalecer la salud para así reducir el costo del sector salud y dejar más fondos disponibles para la infraestructura. Existen tres categorías en las que podría ocurrir esto: los sistemas fundamentales para la vida saludable, como los servicios de agua; los sistemas de control de la contaminación que reduzcan las enfermedades; y las mejoras que potencien los medios de transporte alternativos y otras formas de ejercicio.

 

Sin embargo, se trata de los mismos sistemas que ahora se encuentran en peligro. El agua potable de los Estados Unidos, por ejemplo, recibió una calificación de D por parte de la ASCE a pesar de que nada es más importante que el agua para asegurar una vida saludable. Para dar un ejemplo, los ejes industriales, como el de Flint, en Michigan, y el del Condado de Knott, en Kentucky, han sufrido casos bien documentados de contaminación del agua potable con efluentes industriales.  

 

Según la Asociación Estadounidense de Servicios de Agua (AWWA, por su sigla en inglés), “gran parte de nuestra infraestructura relacionada con el agua potable, las más de un millón de millas de tuberías que se encuentran debajo de nuestras calles, se acerca al fin de su vida útil”. La organización calcula que restaurar y expandir los sistemas de agua existentes costará al menos US$1 billón en los próximos 25 años.

 

Del mismo modo, los sistemas de aguas residuales y de residuos peligrosos obtuvieron una calificación de D+ por parte de la ASCE, y no cabe duda de que estos sistemas también son decididamente esenciales para nuestra salud. En la actualidad, el 53 por ciento de los estadounidenses vive a no más de tres millas de distancia de un emplazamiento de desechos peligrosos. Se prevé que la demanda a la que deben responder las plantas de tratamiento de aguas residuales aumentará más del 23 por ciento para el año 2032 y se calcula que son necesarios US$271 mil millones para responder a las demandas actual y futura. Apenas esta última semana, el New York Times reportó una crisis continua del agua en Long Island, donde los problemas del Condado de Suffolk ilustran a la perfección por qué existen, en Nueva York, 610 plantas de tratamiento de lodos cloacales que siguen funcionando más allá del límite de su vida útil.

 

Las áreas de infraestructura que ofrecen la mayor cantidad de oportunidades creativas para mejorar la salud son las áreas de caminos, transporte público y parques, pero incluso estos sectores están en decadencia. Los parques públicos obtuvieron una calificación de D+, los caminos obtuvieron una D y el sistema de transporte público obtuvo una D-, la calificación más baja del boletín de la ASCE.

 

Los parques públicos ofrecen un respiro ante las presiones de la vida cotidiana, pero también constituyen espacios para el ejercicio y el rejuvenecimiento. El transporte público es fundamental para hacer que las personas conduzcan menos y así alentarlas a caminar y, por supuesto, para reducir la contaminación y la congestión. Los caminos, cuando cuentan con aceras y carriles para bicicletas, ofrecen oportunidades para aumentar el nivel de ejercicio.

 

Nuestro país simplemente no puede darse el lujo de quedarse de brazos cruzados y permitir que el costo de la infraestructura y del cuidado de la salud siga aumentando astronómicamente sin tratar de alivianar las presiones que sobrecargan a los dos sistemas. Deberíamos crear una visión de promover la vida saludable que comience con las mejoras a la infraestructura y que aliente a los estadounidenses a utilizarlas con el fin de mejorar su propia salud.

 

Valiéndonos de una mejor calidad de agua potable, de un menor nivel de contaminación y de rutas alternativas de transporte, prevenimos la enfermedad a través de la infraestructura correcta: una inversión inteligente y de alto rendimiento para todos nosotros. Es hora de desarrollar y fomentar esa visión. Se trata de un paso fundamental si hemos de controlar los costos del cuidado de la salud, pero no será posible si la tarea no se concentra en mejorar la infraestructura.

 

Spanish translation by Julieta Pisani McCarthy, M.A.